jueves, 5 de septiembre de 2019

Hay soluciones para la crisis de los refugiados. Jorge Dobner

En estos días en las aguas del Mediterráneo se presencia una imagen antagónica: la de veraneantes que disfrutan del buen tiempo en sus islas y costas, y la de aquellos que navegan a la deriva esperando un puerto de acogida.


El barco de Open Arms es el símbolo de estos últimos, de los pobres que huyen de la barbarie de sus países de origen y que esperan en alta mar que algún país de la Unión Europea los quiera desembarcar.

Su asistencia responde a razones humanitarias, y al menos en esto los tribunales de justicia desautorizan la postura de personajes políticos como Matteo Salvini que poco menos dejaría a estas personas a la buena de dios esperando un desenlace fatídico seguro.

El fenómeno de los refugiados no es nuevo. Hoy son ellos pero mañana podemos ser los residentes en los llamados países desarrollados. Lo fuimos no hace mucho sin ir más lejos.

Entre 1846 y 1914, más de 30 millones de migrantes partieron desde Europa hacia América en la búsqueda de mejores oportunidades ya que EE.UU se encontraba en plena expansión.

Con la  I Guerra Mundial y la revolución rusa de 1917 surgió la figura del refugiado, a partir de las primeras normativas de fronteras para gestionar el fenómeno de los migrantes apátridas. Pero hasta entonces nada fue comparable a la plaga de miseria a raíz de la II Guerra mundial con 40 millones de refugiados.

La historia nos enseña que cada cierto tiempo es previsible una crisis de los refugiados, y debemos estar preparados para gestionar estos flujos migratorios. Más cuando cada vez disponemos de mejores herramientas y logística para hacerlo posible. Todo se reduce a una cuestión de voluntad.

La duda es que los países miembros de la Unión Europa se unan realmente bajo una política común apostando por políticas a largo recorrido y abandonen los temores – especialmente en cuanto al rédito electoral se refiere – y medidas cortoplacistas.

Hay soluciones para la crisis de los refugiados. Hace ya unos años los entonces eurodiputados franceses Pervenche Berès y Yannick Jadot, conjunto al editor de Alternatives économiques, Guillaume Duval, hacían un llamamiento para que la Unión Europea creara un programa específico inspirado en el Plan Marshall, que “permitió la instalación, especialmente en Alemania, de millones de refugiados del Este”.

La idea de un plan de estas condiciones es realmente inspirador y de un tiempo a esta parte la UE lo saca a colación, pero no acaba de concretarse. De nada sirven medidas concretas al margen sino se articulan bajo un paraguas común que les dote de coherencia y planificación.

Un Plan Marshall compacto que concierne a todos los países de la cuenca del Mediterráneo, que aplicara medidas en Europa y en el continente africano sería una solución realista para resolver los problemas endémicos que venimos arrastrando, no solo a nivel migratorio sino incluso económico, al revitalizar el comercio y la inversión.

El problema ahora mismo es que una Europa ensimismada en vez de ver una oportunidad a su sur, lo percibe más bien como un problema. Sin embargo y China ya lo esta haciendo, el continente Africano tiene un enorme potencial de crecimiento, que con las debidas infraestructuras, saneamiento y educación de su población puede albergar la creación masiva de puestos de trabajo.

Las empresas internacionales pueden pasar de considerar a África un mercado de materias primas a una región con valor donde crear pymes, pero para ello primero hay que desarrollar el ecosistema adecuado.

Existe el obstáculo que en algunos países están en guerra, y en otros dominan sus gobiernos corruptos; pero no es menos cierto que profesionales africanos destacados que se han educado en Europa estarían dispuestos a volver a sus países de origen si tienen un apoyo internacional importante que los acompañe y apoye en esta empresa.

Conjunto a este Plan Marshall hay otras soluciones que ya se están desarrollando y sirven de impulso. Es el caso de la Fundación Bill y Melinda Gates que participa en la causa de los refugiados desde 2006.

Precisamente sus programas se centrar en crear un ecosistema adecuado para que los autóctonos se empoderen en su región. Por ejemplo, el proyecto “Soluciones de saneamiento de residuos a valor para los campamentos de refugiados en el este y el Cuerno de África” que las tecnologías de saneamiento para las poblaciones de refugiados en los campamentos, más allá de la letrina de pozo de plástico para mejorar las soluciones de saneamiento y mejorar la salud de los refugiados.

También otras soluciones que aún no han sido exploradas en serio por los gobiernos pero de ponerlas en práctica podrían ayudarles.

Tal es el caso del ambicioso “Projecto Ajet” ideado en Barcelona que propone la creación de una Ciudad Estado-  como puede ser Mónaco o la Ciudad del Vaticano – en este caso para intereses distintos.

Para poder articular esta ciudad se enumerar varias premisas, como es la compra o alquiler de una gran extensión de terreno que dé cabida a mínimo 2.000.000 de habitantes. A su vez se exige la gestión total y absoluta por parte de la ONU para evitar intereses ajenos a la voluntad de su creación.

Todavía estamos a tiempo de conseguir un merecido equilibrio, de plantear nuevas y audaces medidas que den una salida eficaz a la actual crisis de los refugiados.

Pero para ello Europa debe reconsiderar las relaciones norte-sur para desarrollar una prosperidad compartida que beneficie a todos.

Jorge Dobner
Editor
En Positivo

No hay comentarios:

Publicar un comentario

♻️ Acto "Devolver el casco 2.0" sobre el sistema de depósito, devolución...

A cto "Devolver el casco 2.0" sobre el sistema de depósito, devolución y retorno de envases (SDDR), con la participación de Miquel...