lunes, 3 de febrero de 2020

Con suerte y determinación colectiva, hay tiempo para evitar la autoextinción

Las acciones en todas las direcciones parecen indicar que ahora sí hay un compromiso medioambiental desde todas las esferas. El pasado año la Unión Europea daba luz verde al Green Deal Europeo con un plan de medidas concretas y recursos económicos importantes para conseguir la neutralidad climática en el continente. Asimismo el Foro de Davos más sostenible de la historia impulsaba estos días compromisos medioambientales de las empresas y los gobiernos de los países. 

Este giro de políticas despierta la esperanza de muchos que hace tiempo reclamaban hechos y no sólo palabras. Pero algunos todavía evalúan con escepticismo un compromiso tal. 

El siempre crítico David Korten,  activista político y fundador de Yes! Magazine, exige desde hace mucho una nueva economía en comunión con el planeta Tierra y sus ciclos de vida. El ex profesor de Harvard Business School no ha escatimado escritos y opiniones apelando por un cambio real y planteando al mismo tiempo medidas efectivas para ese cambio. 

Es así cómo en un reciente artículo de opinión dice que se acabó el tiempo de posponer la acción climática, pero a su vez llama a la esperanza de que con suerte tenemos a nuestro alcance frenar la situación de autodestrucción ambiental. Aquí recogemos las ideas siempre interesantes del autor estadounidense. 

En 1962, Rachael Carson nos advirtió, con la publicación de Silent Spring, que el uso indiscriminado de pesticidas estaba alterando ecosistemas críticos y causando graves daños a la salud humana.

Su mensaje condujo a una prohibición del uso de DDT en los Estados Unidos y eventuales restricciones en su uso en gran parte del mundo. Su advertencia también ayudó a lanzar el movimiento ambiental y su llamada a la humanidad a aceptar la responsabilidad de las consecuencias de nuestro impacto en la Tierra.

Diez años después, en 1972, el libro The Limits to Growth, de un equipo de investigación del MIT dirigido por Donella y Dennis Meadows, volvió a centrar la atención mundial en la responsabilidad medioambiental de la humanidad.

(…)

Sin embargo, durante los próximos 20 años, la preocupación por la creciente amenaza humana a los sistemas vivos esenciales de la Tierra ganó estatus para convertirse en el consenso científico dominante.

En 1992, la Unión de Científicos emitió una proclamación, “Advertencia de los Científicos del Mundo a la Humanidad”, firmada por más de 1.700 científicos, incluida la mayoría de los ganadores del Premio Nobel de ciencias en ese entonces. Su mensaje fue claro e inequívoco:

“La tierra es finita. Las prácticas económicas actuales que dañan el medio ambiente, tanto en los países desarrollados como en los subdesarrollados, no pueden continuar sin el riesgo de que los sistemas globales vitales se dañen irreparablemente”.

En noviembre de 2017, exactamente 55 años después de la Primavera Silenciosa, 45 años después de los Límites al Crecimiento y 25 años después de la “Advertencia a la Humanidad”, la Alianza de Científicos del Mundo emitió una nueva proclamación: “Advertencia de los Científicos del Mundo a la Humanidad: un segundo Aviso. ”Este fue firmado por más de 20,000 científicos en 184 países. Concluyó:

“Enfrentamos la deforestación, la acidificación de los océanos, la disminución de los suministros de agua dulce, el sexto evento de extinción masiva de la Tierra, el crecimiento exponencial de la población humana, el consumo excesivo y un sistema climático que se desvía de las condiciones en que se desarrolló la civilización humana”.

Menos de un año después, en octubre de 2018, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU emitió un informe llamando a una acción sobre el cambio climático junto con objetivos específicos necesarios para evitar consecuencias catastróficas e irreparables.

(…)

La humanidad está despertando a una verdad básica entendida por los humanos anteriores, por muchos pueblos indígenas de hoy, y ahora confirmada por los principales científicos: nacemos y somos miembros de una comunidad de la Tierra viva.

Ahora estamos despertando a las responsabilidades que vienen con nuestra capacidad distintiva de crear conscientemente nuestro futuro. Las consecuencias ambientales de nuestro descuido de esta responsabilidad se conocen desde hace más de medio siglo, pero para muchas personas, la urgente necesidad de actuar se está hundiendo.

(…)

En la arrogancia de nuestra búsqueda de doblar la Tierra viva a nuestra voluntad, hemos organizado gran parte de nuestra economía en torno a la extracción de estos carbonos y toxinas y su liberación al aire, las aguas y los suelos de la Tierra. Este y muchos otros asaltos humanos a los sistemas regenerativos del planeta exigen medidas correctivas inmediatas.

A medida que nos damos cuenta de las consecuencias de nuestra relación autodestructiva con la Tierra, confrontamos una verdad fundamental de nuestros últimos 5,000 años de historia: las civilizaciones pasadas que hemos celebrado como afirmaciones de la grandeza del logro humano, el poder centralizado para explotar a las personas y la naturaleza para beneficiar a los gobernantes a expensas de todos los demás.

Cada una de estas civilizaciones colapsó, y la actual también se dirige en esa dirección, imponiendo aún más sufrimiento a un gran número de personas a lo largo de la historia.

Ahora, por primera vez en la experiencia humana, somos una especie global con una civilización global interdependiente. Pero el patrón básico de dominación imperial continúa.

(…)

Con suerte y determinación colectiva, hay tiempo para evitar la autoextinción e incluso crear un mundo de alegría y significado.

Pero eso sucederá solo si priorizamos la curación sobre el consumo y la cooperación sobre la competencia; abrazar nuestras responsabilidades individuales y colectivas entre nosotros y la Tierra; y rehacer nuestra cultura, instituciones, tecnología e infraestructura en reconocimiento de que somos parte de una comunidad de la Tierra viva.

Entramos en la década decisiva de la humanidad. Este es nuestro momento para enfrentar el desafío de nuestra era y crear un futuro coherente con nuestra realidad como seres vivos nacidos y alimentados por una Tierra viva.

David Korten
Autor estadounidense, ex profesor de Harvard Business School, activista político y fundador de Yes! Magazine

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