lunes, 25 de noviembre de 2013

La sociedad desescolarizada

Este artículo cuestiona los mitos que rodean la escuela como institución, desvelando que su propósito inicial ilustrado, la generalización del conocimiento y la igualdad de oportunidades se ha desvanecido. El concepto actual de escolarización, por el contrario, tiende a monopolizar el aprendizaje y a conformar valores acríticos con el sistema social y económico.
El monopolio de la escuela sobre el aprendizaje se ha construido sobrevalorando sus aportaciones y desvalorizando los caminos para aprender que son ajenos a ella. Cuando se confunden “enseñanza con saber, promoción al curso siguiente con educación, diploma con competencia” se alimenta la idea de que solo con la escuela nos podemos preparar para la vida adulta y que lo no enseñado en la escuela carece de valor. La escuela se reafirma con una argumentación circular: “A los niños les corresponde estar en la escuela. Los niños aprenden en la escuela. A los niños puede enseñárseles solamente en la escuela”.
La conversión de la escuela en un monopolio niega así las capacidades autónomas de aprender y los mil caminos no necesariamente reglados y formalizados del aprendizaje entre humanos. Paradójicamente, el proceso de monopolización tiene unas consecuencias dramáticas no solo para la sociedad en su conjunto, sino para la propia escuela, a la que se transfiere una carga de responsabilidad que excede sus capacidades.
La solución de la mayor parte de los problemas sociales se atribuye mágicamente a una mejora de la educación en las escuelas: a que las personas pasen cada vez más tiempo en ellas, a que dispongan de todos los medios y tecnologías posibles para incentivar al alumnado. Desde la seguridad vial, hasta la inteligencia emocional, pasando por la informática y la danza, varios idiomas, música y oratoria, cualquier materia declarada de interés es menester que se enseñe y fomente en estos templos del saber, los cuales estallan así por exceso de responsabilidades que deberían ser compartidas con otras estructuras sociales.
Iván Illich, en su obra cuyo título hemos tomado prestado para esta entrada, desvela además la existencia de un “currículum oculto” de las escuelas, más allá de los buenos propósitos e ideas de los maestros y de las buenas intenciones de los legisladores. Un “currículum oculto” que sirve de ritual iniciático a una sociedad de consumo dirigida al crecimiento. “La escuela vende currículum –un atado de mercancías hecho siguiendo el mismo proceso y que posee la misma estructura que cualquier otra mercancía”.

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