Este artículo cuestiona los mitos que rodean la escuela como institución, desvelando que su propósito
inicial ilustrado, la generalización del conocimiento y la igualdad de
oportunidades se ha desvanecido. El concepto actual de escolarización, por el
contrario, tiende a monopolizar el aprendizaje y a conformar valores acríticos
con el sistema social y económico.
El monopolio de la
escuela sobre el aprendizaje se ha construido sobrevalorando sus aportaciones y
desvalorizando los caminos para aprender que son ajenos a ella. Cuando se
confunden “enseñanza con saber, promoción al curso siguiente con educación,
diploma con competencia” se alimenta la idea de que solo con la escuela nos
podemos preparar para la vida adulta y que lo no enseñado en la escuela carece
de valor. La escuela se reafirma con una argumentación circular: “A los niños
les corresponde estar en la escuela. Los niños aprenden en la escuela. A los
niños puede enseñárseles solamente en la escuela”.
La conversión de la
escuela en un monopolio niega así las capacidades autónomas de aprender y los
mil caminos no necesariamente reglados y formalizados del aprendizaje entre
humanos. Paradójicamente, el proceso de monopolización tiene unas consecuencias
dramáticas no solo para la sociedad en su conjunto, sino para la propia
escuela, a la que se transfiere una carga de responsabilidad que excede sus
capacidades.
La solución de la
mayor parte de los problemas sociales se atribuye mágicamente a una mejora de
la educación en las escuelas: a que las personas pasen cada vez más tiempo en
ellas, a que dispongan de todos los medios y tecnologías posibles para
incentivar al alumnado. Desde la seguridad vial, hasta la inteligencia
emocional, pasando por la informática y la danza, varios idiomas, música y
oratoria, cualquier materia declarada de interés es menester que se enseñe y
fomente en estos templos del saber, los cuales estallan así por exceso de
responsabilidades que deberían ser compartidas con otras estructuras sociales.
Iván Illich, en su obra cuyo título hemos tomado prestado para esta entrada, desvela además la
existencia de un “currículum oculto” de las escuelas, más allá de los buenos
propósitos e ideas de los maestros y de las buenas intenciones de los
legisladores. Un “currículum oculto” que sirve de ritual iniciático a una
sociedad de consumo dirigida al crecimiento. “La escuela vende currículum –un
atado de mercancías hecho siguiendo el mismo proceso y que posee la misma
estructura que cualquier otra mercancía”.
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